lunes, 26 de enero de 2009

Olas y abrigos

Sobrevivo a las cinco olas de frío que dicen que hemos padecido hasta el momento; creo que, sencillamente, podrían decir que estamos pasando un invierno muy puto, sin más, pero esos detalles gustan, rellenan páginas de diarios y, para el que viva en comunidad con ascensor, le da la conversación suficiente para pasar el trance con el vecino que se tercie hasta que Otis abra la puerta. Seis grados, cinco olas. Calcetín, otro, camiseta, pantalón -¿lobo, estás…?-, camisa, chaqueta, bufanda, abrigo. Frío.

Además de coger las escaleras siempre –por razones que dan para un ensayo-, estos días he estado leyendo a un austriaco que me ha encantado: Erich Fried. Cosas como este poema a un huevo-cebolla, con trama y desenlace sorprendentes que no destripo:

Cuando pelaba el huevo
que a pesar del agua fría
casi me quemaba los dedos
encontré una segunda
cáscara,
un huevo en el huevo
y demasiado caliente:
Soplar no servía.
Tuve que esperar
y mientras tanto
se me quitó el hambre

(…)


Vuelvo al frío de los mismísimos y dejo un malentendido ilustrado, si es que se puede.


Malentendido de dos surrealistas

Para Katja Hajek



“está lloviendo”
dijo
“unos hombres con abrigos negros
están pasando por allí”
dijo

pero Magritte
ya no la oía
tan bien
(porque lo dijo años después
de su muerte)

Con lo que no oyó
sus cuatro últimas palabras
y sólo entendió
“está lloviendo hombres con abrigos negros”
Y lo pintó



Erich Fried
"Es lo que es"
La poesía, señor hígado