martes, 27 de octubre de 2009

Últimos días de octubre. Esto no es Noruega.

Ha llegado el momento de decidir si pijama o colcha. Mi indecisión trajo un dolor de garganta y oídos que convertiré en una escandalosa y fingida gripe A o en un resfriado vulgar y corriente, según las ganas de cuento que tenga.

Después de pasar más de un mes sorteando el ventilador en el pasillo, por fin lo bajé al trastero. Llevaba dos semanas mentalizándome para ese duro trance y pensando que, de algún modo, estaría un poco más cerca del verano si lo dejaba por medio. A punto estuve de subir la estufa, aprovechando el viaje, pero al final decidí guardar dos semanas de medio luto antes de meter por las puertas a la femme infame. Qué menos.

Han cambiado la hora y yo me resisto como puedo. Intentaré vivir dos o tres días más con la hora de antes en señal de protesta por tanta noche, sin título, ocupando tardes. Ya sé que es para nada.





De cinco a siete, 2009












No todos los días el mundo se ordena en un poema.
Wallace Stevens